Hao KILIWA. Hay tanto que saber; no he podido dejar de leer toda la noche. De manera cíclica me vienen algunas obsesiones.Algunas veces son libros, otras pinturas, otras veces son personas, conocidas o famosas. Esta vez, y revisando los temas del suicidio volví a toparme con Yukio Mishima.
Escritor japonés de posguerra. Brillante, totalmente contradictorio, una mezcla entre fascismo, militarismo, conservadurismo, pero genialidad. Creo que si estuviera vivo me caería mal porque a la mejor alabaría lo que yo siento tan nocivo. Pero no es por eso por lo que me obsesiona, sino por sus escritos, por el romanticismo, su aspiraciones morales hacia los seres humanos, en sí, su fe ciega en la humanidad, algo que creo que yo ya perdí.
Leer sus novelas, sus ensayos, sus cuentos, es un viaje a la contemplación de la vida, al gusto de saberse vivo y siempre próximo a la muerte. En cada escrito que releo, me encuentro reconciliado con la muerte. Después de terminar de leer un escrito de él, uno sabe que siempre tendrá uno el pasado, para refugiarse de las adversidades del presente.
La erotización de la muerte y el goce del dolor, no los comprendería sin el estudio de la psicología de este exquisito escritor. Es bueno recordarlo de vez en cuando, para releerlo y saborear sus letras.
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