La sangre, las heridas, el sufrimiento del santo traspasado por flechas, le despiertan su ser masoquista homosexual, aquel que se sabe transgresor y desea ser castigado como una manera de alcanzar el éxtasis sexual.
Yukio sólo llegaba al placer sexual, mediante el sentimiento de muerte y sufrimiento, por lo que toda su obra está llena de la erotización de la muerte, así como alegorías de vida, como por ejemplo, sus descripciones del seppuku, que encontramos en algunas de sus novelas.
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