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Imágenes tomadas de los Fotogramas de la película Black Swan
Black Swan [2010]; dirigido por Darren Aronofsky. Hermoso y poético; erótico y sensual. Lleno de sufrimiento, y si no fuera por el resultado, es algo que raya en la experiencia de cualquier ser humano que enfrenta estrés.
Haciendo un análisis de vivencias, entre mis experiencias y las que he observado en otras personas, creo que el estrés que conlleva la competencia y la duda de ser el mejor, la presión de cualquier trabajo donde uno tenga que probarse, con uno mismo y ante los otros, es una tarea muy ardua. Poca gente se le ve pasar por ese trance, con la fortaleza que cualquiera desearía.
Así, desde el principio, con la cámara nerviosa acompañando con actitud vouyerista a la bailarina, nos incrustamos en su mundo, sufriendo y experimentando ese momento en particular, con la misma soltura de una experiencia compartida por todos los humanos.
Película conmovedora. Uno se desborda en emociones, se satura.
Intentando un análisis menos personal, según la profundidad emocional de cada persona y su introspección, cada uno encontraría una lectura diamentralmente diferente de Black Swan. Al salir del cine, escuché comentarios como "No aguantó la presión, se volvió loca", "Vieja loca, enferma, haciendo la vida miserable a su pobre madre", "Desequilibrada mental". Ninguno de esos comentario me pareció adecuado; las personas juzgan demasiado rápido, o ¿todas las opiniones valen?
El tema del cuerpo, el dolor (el exquisito dolor), la represión sexual, el control (fascistoide), la neurosis, la relación con la madre y el "oficio del arte", quedan más que anotados en la experiencia sensorial.
Black Swan me supo un poco al estilo de David Cronenberg y otro poco a la película de La Pianista [2001].
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