octubre 13, 2009

Lecciones de una nueva realidad

Las reglas con las que crecieron nuestros padres han desaparecido. Los sueños de estudiar, llegar a la universidad y acceder a una vida mejor, ahora se antojan como una idiotez. Estudiar en la actualidad, es más una pasión, una realización personal que una mejor calidad de vida.
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En el pasado, la vida de las personas se llenaba de detalles vivenciales que les daba un sentido a su vida; para este momento, hay más personas deprimidas en el mundo que hace medio siglo. Y es que, a mediados del siglo XX las personas viajaban, disfrutaban los domingos en el parque sin gastar ni un peso, iban al teatro, hasta los más humildes, cualquiera iba al box, a las luchas, al cine.
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En esta nueva realidad, las personas trabajan, estudian o ni estudian, ni trabajan, y para descansar de la rutina ven la televisión las más veces, y si es fin de semana, van a vagar en los grandes centros comerciales. No es una actividad solitaria, se ha vuelto una actividad familiar.
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Y luego ya en esas grandes naves llenas de tiendas de ropa, de comida, de bancos, de zapatos, muebles, joyas, películas, las personas rascan sus bolsillos, con angustia cuentan sus monedas y se compran lo que pueden; es un impulso que no pueden evitar, una ansiedad que repiten sus pequeños hijos.
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Y los pequeños, miran las vitrinas llenas de color, de dulces olores y la codicia de poseer se apodera de su espíritu. Quieren todo nuevo, lo más caro, entre más caro hay mayor satisfacción. Los payasos, el circo, el parque, jugar en un charco de agua, eso ya no es de ningún interés para los pequeños que mueren de ganas de poseer, de poseer todo lo que exhiben las enormes tiendas, todo lo que la mercadotecnia les indica que es bueno para ellos.
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No hay maneras de decir que el pasado en sí fuera mejor, sino que las transformaciones que ha hecho el sistema de consumo en el que vivimos, nos ha dado mucho, pero nos ha quitado el disfrute de estar vivos. Las actividades recreativas dejaron de alimentar nuestro ser, el día de hoy las actividades de esparcimiento nos provocan ansiedad y como es imposible satisfacer el deseo de consumo, nos sentimos frustrados, perdidos, mediocres, pobres, insignificantes.

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