Y así fue. Lo vi, discutimos nuestros temas concertados y al final, pude despedirme de él con un fuerte abrazo. Ese abrazo lo prolongué lo más que pude. Aspiré su aroma, y moldeé mi cuerpo a sus formas rechonchas.*
Él fue mi soufflé de chocolate, mi manjar. Además, algo que ya entendí es que sólo somos amantes en sueños, en fantasías, en un mundo que no es este. Somos todo lo que cada quien piensa de uno con relación al otro.
*
Si bien todos estos días me los había pasado sufriendo, porque nunca me va a hacer caso, o porque no puede darse el lujo de quererme, amarme o disfrutarme, me he calmado. He aceptado las impotencias de que te dota la vida. No hay mucho qué hacer.
*
En silencio, luego de haberlo visto, llegué a mi casa, y reviví una y otra vez ese abrazo tan sexual. Por horas, sin planearlo, me masturbé una y otra vez, con el mismo recuerdo. Luego de toda la tarde tumbado en la cama, enviándole ondas telepáticas de sexo y deseo, me agoté y dormí hasta el día siguiente.
*
... Somos unos amantes platónicos. Nos hacemos el amor con la mirada. Salimos de nuestros cuerpos para darnos todas las sustancias que tenemos contenidas en el alma. Nos agotamos, y regresamos a nuestros cuerpos a dormir en la náusea de la vida.
*
Ssssh, no lo digan, pero creo que le amo, lo deseo con el poder de la lumbre, me muero de hambre de su cuerpo, de todas sus excreciones, de sus sueños.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario